Cómo las diversas terapias modificadoras de la enfermedad pueden retrasar el avance
Un nuevo estudio examinó las diversas terapias modificadoras de la enfermedad y su capacidad para ralentizar la aparición de la EM progresiva secundaria.
Last updated: 26th February 2019
- Si no se trata, es posible que el 80 % de las personas con EM recurrente contraigan EM progresiva secundaria en un plazo de 20 años.
- El estudio demuestra que las terapias modificadoras de la enfermedad (TME) reducen de forma significativa la probabilidad de que la EM remitente-recurrente se transforme en EM progresiva secundaria.
- El tratamiento precoz de la EM también tiene una influencia notable en la reducción de la posibilidad de contraer EM progresiva secundaria.
Los estudios históricos han sugerido que es probable que sobre el 80 % de las personas con EM remitente-recurrente accedan a la fase progresiva secundaria de la enfermedad en un plazo de 20 años si no se trata. La EM progresiva secundaria (EMPS) se caracteriza por una acumulación continua de la discapacidad sin periodos de remisión. En las últimas décadas, desde la llegada de las eficaces terapias de EM modificadoras de la enfermedad, los médicos han observado una disminución o retraso aparentes en las personas que llegan a la fase de EMPS. No obstante, ha resultado difícil encontrar investigaciones basadas en datos que confirmen esta observación.
Los resultados de un estudio internacional dirigido por el Profesor Asociado Tomas Kalincik de la Universidad de Melbourne, en colaboración con investigadores del Reino Unido, han demostrado ahora que el tratamiento con terapias modificadoras de la enfermedad (TME) reduce el riesgo de que las personas con EM remitente-recurrente contraigan EM progresiva secundaria. Se ha demostrado que este efecto se incrementa si el tratamiento comienza 5 años después de la aparición de la enfermedad.
Ensayo de las diversas TME
Este estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA, por sus siglas en inglés) examinó si los medicamentos actuales evitan o retrasan la conversión a EMPS. El equipo utilizó técnicas estadísticas sofisticadas para justificar las diferencias entre individuos en términos de edad, género, duración de la enfermedad, gravedad de la enfermedad y, por primera vez, utilizaron una definición más clara de la EM progresiva secundaria que ha faltado en estudios anteriores.
Se investigó el efecto de diversos tratamientos diferentes, como el interferón, el natalizumab, el alemtuzumab, el acetato de glatiramer y el fingolimod. Todos esos tratamientos se asociaron con una probabilidad significativamente menor de que se transformara en EM progresiva secundaria.
Este amplio estudio se realizó utilizando a un grupo de 1555 individuos a los que se realizó un seguimiento en varios estudios. Entre estos, se encontraban la base de datos clínica MSBase, cinco centros europeos que habían estado utilizando alemtuzumab durante un periodo extenso y los registros médicos de un grupo de personas con EM no tratadas a las cuales se realizó un seguimiento en el Hospital Universitario de Gales, Reino Unido.
Parece ser que algunos tipos de medicamentos habían contribuido en mayor medida a reducir la probabilidad de que alguien con EM remitente-recurrente pase a tener EMPS. El interferón beta y el acetato de glatiramer tuvieron un efecto menor en evitar o retrasar la EMPS que las TME como el fingolimod, el alemtuzumab y el natalizumab, que se consideran terapias más eficaces.
Resultados del estudio
Los resultados demostraron que con 5 años, el 7 % de las personas que reciben terapias de gran eficacia contrajeron EMPS, en comparación con el 12 % de las personas que reciben tratamientos con menor efecto, y que con 9 años, los resultados demostraron una tasa de conversión del 16 % frente a una tasa de conversión a EMPS del 27 %.
Además, los científicos examinaron el efecto de cuándo se empezó a tomar la medicación después de la aparición de la enfermedad. Descubrieron que el riesgo de contraer EMPS desde la EM remitente-recurrente fue significativamente menor en las personas que habían recibido tratamiento precoz que tratamiento tardío. De las que empezaron con acetato de glatiramer interferón beta 5 años después de la aparición de la enfermedad, únicamente el 29 % contrajeron EMPS después de 17 años, en comparación con el 47 % de las personas que comenzaron dichos tratamientos más de 5 años después de la aparición de la enfermedad.
Este estudio ofrece pruebas de que el tratamiento precoz con una TME, en particular los medicamentos más eficaces, puede tener un mayor efecto en la reducción del riesgo de que las personas con EM recurrente contraigan EMPS.
Los autores indican que el estudio no examinó los posibles efectos secundarios o riesgos asociados con medicamentos de EM y, por lo tanto, los individuos y los neurólogos todavía necesitan sopesar esos posibles beneficios con respecto a los posibles riesgos cuando se plantean tratamientos de EM. No obstante, dichos resultados podrían ayudar a las personas a tomar decisiones más informadas cuando se elige una medicación.
Agradecimiento a MS Research Australia – proveedor principal de resúmenes de investigación en nuestro sitio web.