La estimulación eléctrica puede ayudar a tratar la fatiga asociada a la EM
Los investigadores han probado la estimulación cerebral eléctrica de baja corriente como un medio para ayudar a tratar la fatiga asociada a la EM.
Last updated: 6th November 2017
La fatiga es un síntoma común de la EM, lo que supone para quienes padecen EM dejar de trabajar y ser incapaces de mantener una vida social, generalmente haciendo que se aíslen de sus amigos y familiares.
Las terapias para tratar la EM, específicamente los medicamentos para la fatiga, programas de ejercicios y terapias conductistas cognitivas pueden ayudar a aliviar la fatiga, pero ninguno es capaz de tratarla sistemáticamente a largo plazo.
En este estudio, el Dr. Leigh Charvet y sus colegas del [NYU Langone Medical Center], Nueva York, EE. UU., investigaron una técnica denominada estimulación transcraneal de corriente continua (tDCS, por sus siglas en inglés) para ayudar a tratar la fatiga.
La estimulación transcraneal de corriente continua (tDCS) es una terapia relativamente reciente, que utiliza una corriente eléctrica continua de baja amplitud para estimular el cerebro. Los pacientes sometidos a terapia llevan unos auriculares semejantes a los protectores auditivos que vemos en algunos deportistas. Sin embargo, contienen electrodos que aplican corrientes eléctricas de baja intensidad en el exterior de la cabeza (entre 1,5 y 2 miliamperios de corriente). Generalmente se considera una técnica segura, sencilla y de bajo coste.
Este y otros pequeños estudios han demostrado que este método puede ayudar a reducir la fatiga en las personas con EM.
En este estudio, los científicos captaron a 62 personas de entre 18 y 70 años con EM remitente-recurrente o EM progresiva. Los participantes se subdividieron en dos grupos. Ambos grupos debían jugar a una serie de juegos de ordenador durante 20 minutos, mientras llevaban puesto un dispositivo tDCS, pero el dispositivo solamente estaba activo en uno de los grupos. Para evitar sesgos en los resultados, ni la persona que llevaba el dispositivo ni el supervisor sabían si el dispositivo estaba activo.
Los participantes podían completar el estudio en su propio hogar, siendo supervisados por videoconferencia, lo que permite aplicar este enfoque en el mundo real. Algunos participaron en 10 sesiones durante dos semanas y otros en 20 sesiones durante cuatro semanas.
Antes del estudio, se realizó a todos los participantes un análisis psicológico estándar de su fatiga, usando el sistema conocido como sistema de información de medidas de resultados referidos por los pacientes (PROMIS, por sus siglas en inglés). Una vez finalizado el estudio, los participantes se sometieron de nuevo al test y se determinaron los cambios en el nivel de fatiga.
Los pacientes pertenecientes al grupo activo que completaron solo 10 sesiones mostraron signos mayores de mejoría en el nivel de fatiga en comparación con el grupo de control, aunque no fue estadísticamente significativo, y los investigadores creen que este número de sesiones no es suficiente para lograr un efecto.
Los pacientes del grupo activo que completaron 20 sesiones mostraron una reducción de la fatiga al finalizar el estudio. Y esta diferencia resultó estadísticamente significativa en comparación con los valores de quienes usaron el dispositivo inactivo. También aseguraron sentirse menos fatigados al final de las sesiones individuales que al inicio.
Aunque se trata de un tratamiento relativamente barato y práctico, algunos pacientes experimentaron efectos secundarios leves, con participantes de ambos grupos que indicaron sensación de hormigueo, picores y sensación de quemazón. Un par de participantes aseguraron haber sentido dolor y se retiraron del estudio.
Es el primer estudio de un tratamiento no farmacológico para tratar la fatiga en personas con EM. Estos prometedores resultados animan y allanan el camino para ensayos de mayor volumen que no solamente confirmarán estos resultados, sino que podrían también determinar el número de sesiones necesarias para lograr un alivio duradero de la fatiga.
La fatiga devastadora asociada a la EM reduce drásticamente la calidad de vida de quienes la padecen, de modo que es vital añadir más herramientas para ayudar a conseguir una diferencia positiva.