¿La conmoción cerebral aumenta el riesgo de EM?
¿Qué hay de cierto en lo que publican los medios de comunicación sobre la conmoción cerebral y la EM?
Last updated: 6th October 2017
La semana pasada vimos cómo los medios de comunicación hablaban de un estudio recién publicado sobre la posible relación existente entre los traumatismos craneales y el riesgo de contraer EM.
En otros estudios realizados con anterioridad se ha tratado de encontrar posibles conexiones entre los traumatismos craneales y el riesgo de contraer EM en el futuro. En algunos de estos estudios se han hallado pruebas de que existe tal relación, pero en otros no. En un análisis conjunto de los datos procedentes de varios estudios de gran calidad se llegó a la conclusión de que no existían pruebas sólidas de que los traumatismos craneales aumentaran el riesgo de contraer EM.
Actualmente, un grupo sueco ha utilizado los datos del Registro sueco de la EM, que lleva recopilando datos sobre todas las personas con EM en Suecia desde 1964, para tratar de dar una respuesta más clara a esta cuestión.
En los estudios realizados se apunta la existencia de una conexión entre los traumatismos craneales en la adolescencia y el riesgo posterior de contraer EM. Sin embargo, una de las cosas más importantes que hay que recalcar en este estudio, es que el 97 % de las personas con EM no había sufrido ninguna conmoción cerebral en el pasado. Esto significa que es probable que sea un factor determinante únicamente en un porcentaje muy pequeño de los casos de EM, y que para la mayoría de la gente, otros factores de riesgo genéticos y ambientales [revisados aquí] tengan una mayor influencia.
En este estudio, [publicado en la revista Annals of Neurology] los investigadores examinaron los historiales médicos de 7292 personas con EM y de 72.920 personas sin EM. Analizaron cuántas personas del grupo con EM habían sufrido una conmoción cerebral en el pasado, en comparación con el grupo de personas sin EM, y a qué edad se produjo esa conmoción cerebral. Para descartar la posibilidad de que cualquier traumatismo general físico pudiera provocar EM, también compararon las fracturas de huesos entre los dos grupos.
No hubo ninguna relación entre las conmociones cerebrales y las fracturas óseas en la infancia (edad entre 0 y 10 años), y el diagnóstico posterior de EM. Sin embargo, cuando examinaron las conmociones cerebrales sufridas durante la adolescencia (edad entre 11 y 20 años), hallaron un pequeño aumento, pero estadísticamente significativo, en el riesgo de contraer EM en el futuro. El aumento del riesgo de contraer EM fue bastante discreto en el caso de un episodio de conmoción cerebral, pero mucho más relevante si habían dos o más episodios.
Los investigadores afirmaron que una EM subyacente no diagnosticada podría haber aumentado el riesgo de que una persona sufriera un traumatismo que afectarse, por ejemplo, la movilidad, la coordinación y el equilibrio, fenómeno que en el campo científico se conoce como «causalidad inversa». No obstante, debido a que no se pudo establecer una relación entre las fracturas óseas y el diagnóstico posterior de EM, se llegó a la conclusión de que tal afirmación podría no ser cierta.
Uno de los puntos fuertes de este estudio fue la utilización de historiales médicos en lugar de basarse en el recuerdo de las personas acerca de sus traumatismos y lesiones en el pasado. Sin embargo, como el número de personas que habían sufrido dos o más conmociones cerebrales en el pasado y participaron en el estudio era muy bajo, ya que se trata de algo muy poco frecuente, la interpretación del análisis estadístico presenta muchos problemas.
Los autores del estudio debaten una serie de razones que explican por qué los traumatismos craneales graves pueden aumentar el riesgo de contraer EM. Entre estas figuran los daños al tejido nervioso, que pueden provocar una respuesta inmunitaria inapropiada, así como la posibilidad de que el traumatismo craneal desencadene una inflamación en el cerebro que predisponga a la persona a contraer EM.
Aunque el porcentaje de personas con EM de este estudio que presentaba un historial claro de traumatismo craneal grave es muy bajo, los investigadores afirman que el estudio es un gran acicate para proteger a los adolescentes de los traumatismos craneales en el deporte y otras actividades físicas. No obstante, para prevenir la EM se necesitará un enfoque mucho más amplio que aborde el resto de factores de riesgo que tienen una relación mucho más estrecha con la EM (obtenga más información sobre estos factores aquí).